Dios Poseidón Historia
Poseidón
Poseidón es uno de los principales dioses del panteón clásico. Junto a Zeus y Hades, Poseidón tomó parte en el reparto de las áreas de influencia de los dioses sobre el universo, correspondiéndole el gobierno de las aguas marinas y subterráneas. Poseidón es, por tanto, el señor de los mares y los océanos. Dada la importancia que el mar tuvo para la cultura griega, resulta comprensible que Poseidón fuese considerado como una de las divinidades más poderosas, a la que los hombres debían rendir culto si deseaban que sus viajes y empresas marineras tuvieran un final feliz.
Lucha por el patronazgo de Atenas
A medida que la ciudad de Atenas se fue haciendo más poderosa, Poseidón y Atenea pusieron sus ojos en ella y desearon convertirse en el patrón y protector de esta polis.
Para dirimir el conflicto, ambos decidieron ofrecer a la ciudad un regalo, de forma que fueran los propios atenienses quienes decidieran acerca de la cuestión. En presencia de Cécrope, rey de los atenienses, Poseidón golpeó el suelo con su tridente e hizo manar de la tierra una fuente de agua. Sin embargo, el poder de Poseidón se limitaba a las aguas marinas, por lo que la fuente que hizo brotar era de agua salada.
Atenea a su vez, enseñó a Cécrope los secretos del cultivo del olivo, un árbol que ofrecía a los atenienses tanto la posibilidad de alimentarse directamente con su fruto, las olivas, como la alternativa de su elaboración para producir aceite. Cécrope, entusiasmado ante las posibilidades económicas del nuevo cultivo, otorgó la victoria a Atenea, que de este modo se convirtió en la protectora y la divinidad principal de la ciudad de Atenas. Poseidón, enfurecido, hizo que la fuente que había manado bajo su tridente inundara una parte del Ática con sus aguas saladas.
No satisfecho con esta venganza, hizo que su hijo Eumolpo atacara Atenas y acabara con la vida de Erecteo, sucesor de Cécrope. Pese a esta airada respuesta, los atenienses, un pueblo de vocación marinera, mantuvieron el culto a Poseidón durante toda su historia, en enclaves como el cabo Sunion, donde aún hoy podemos contemplar el magnífico templo dedicado al dios de los océanos.
La muralla de troya
Como castigo por ofender a Zeus, Poseidón fue condenado junto a su sobrino Apolo a servir a Laomedonte, rey de Troya, en los servicios que éste requiriera. Laomedonte pidió a ambas divinidades que levantaran en su ciudad unas murallas colosales que ningún mortal fuera capaz de destruir. A cambio, les prometió una gran cantidad de recompensas y sacrificios en su honor. Una vez estuvo construida la muralla, Laomedonte se olvidó de cumplir su promesa, ignorando las amenazas de los dioses. Como castigo, Poseidón envió a Troya un monstruo marino que asoló sus costas durante años, hasta que Heracles le dio muerte.
Amoríos y Hijos de Poseidón
Las fuentes antiguas nos hablan con profusión acerca de las relaciones sexuales que Poseidón mantuvo con diosas y mortales, resultado de las cuales fue una numerosa descendencia. Algunos de los principales héroes de la mitología griega tienen como antecesor, directo o lejano, al dios Poseidón. La principal pareja de Poseidón es Anfítrite, una divinidad del mar hija del dios Nereo. Un texto tardío de Higino cuenta que Poseidón descubrió a Anfítrite en la isla de Naxos, bailando con el resto de las nereidas, y se enamoró de inmediato de ella. La joven ninfa del mar, sin embargo, rechazó las propuestas de matrimonio del dios y, para huir de éste, se refugió junto a Atlas en el confín del mundo. Poseidón, ardiendo de amor por la nereida, envió a todos sus criados en su busca. Uno de ellos, Delfino, logró encontrar a Anfítrite y, con sus súplicas, la convenció para que se uniera en matrimonio a su señor. Dentro de los hijos que Poseidón tuvo con Anfítrite se creía que estaban los delfines y las focas. Su hijo varón más célebre fue Tritón, una divinidad marina que, soplando una caracola, podía levantar grandes tempestades o calmar las aguas a su capricho y voluntad. Dentro de la descendencia femenina, menos conocida, hay que citar a las ninfas del mar Rodo y Bentesicime.
Ciclo Troyano
La actuación de Poseidón en el ciclo de la guerra de Troya resulta muy controvertida por sus cambios de actitud respecto a un bando y otro. En la Ilíada, Poseidón aparece como un aliado de los ejércitos griegos en su lucha por conquistar Troya, algo comprensible si tenemos en cuenta que Laomedonte, padre del rey Príamo, había desatado la ira del dios al negarse a recompensarle por su papel en la construcción de la muralla. Aunque este enfrentamiento se saldó con el envío de un monstruo marino contra las costas de Troya, Poseidón no olvidó la ofensa y, al desatarse el conflicto entre griegos y troyanos, se alineó con las tropas de los aqueos.
En la Teomaquia narrada por Homero en uno de los cantos de la Ilíada, Poseidón protagoniza uno de los enfrentamientos más duros entre dos dioses al trabar combate con su sobrino Apolo, partidario de los troyanos, saldándose esta lucha con un empate entre ambos.
Pese a haber demostrado durante todo el conflicto un gran apego a la causa de los griegos, esta buena relación cambió al finalizar la guerra. Los aqueos, tras la toma de la ciudad y la consiguiente masacre de troyanos, se olvidaron de rendir el culto debido a los dioses y profanaron templos y espacios sagrados. Poseidón, irritado ante esta situación, envió una gran tempestad que dispersó los barcos de los argivos que regresaban a sus hogares tras muchos años de ausencia. Poseidón tenía además otro motivo para estar irritado con los griegos: la muerte de Palamedes, nieto del dios, a manos de las tropas aqueas tras un engaño urdido por el héroe Odiseo. Como consecuencia de esta tempestad, muchos barcos griegos se hundieron o se estrellaron contra los acantilados. Los que consiguieron salvarse se encontraron dispersos por el océano y tardaron aún varios años en regresar a sus ciudades de origen.
En enfrentamiento de Poseidón con los héroes griegos se desarrolla más aun en la Odisea, poema que narra el regreso a su patria del héroe Odiseo tras su participación en la guerra de Troya. Odiseo y sus compañeros, separados del resto de la flota por la tempestad antes citada, llegaron hambrientos y sedientos a la isla de los cíclopes. Allí fueron encerrados en una cueva por el Cíclope Polifemo, que pretendía devorar a los griegos uno a uno por haber penetrado en sus dominios. Para escapar de la bestia, Odiseo urdió un ingenioso plan: emborrachó al cíclope y, una vez éste cayó dormido por los efectos del vino, le clavó una estaca afilada en su único ojo, dejándole ciego. Aunque los griegos consiguieron de este modo escapar del monstruo, se ganaron el odio de Poseidón, padre de Polifemo. De ahí en adelante, el dios de los mares se encargó de que el viaje de regreso a casa de Odiseo estuviera marcado por peligros constantes. Sólo la intercesión de Atenea, diosa protectora de Odioseo, calmo las iras del dios, que, finalmente, permitió que el héroe regresara al hogar junto a su esposa Penélope.